¿Forma o contenido?
Ni una ni la otra, o más bien las dos siempre.
Aun así, por mi profesión, siempre insisto en la forma. Lo forma en que ponemos voz a nuestra voluntad e comunicación. La forma en que modulamos, damos énfasis, aceleramos, ponemos intensidad, descartamos, subrayamos, damos paso a un silencio, etc.
Todo esto tiene que ver con la oratoria, el arte del buen decir, de dar al lenguaje hablado la efiacia para comunicar, deleitar y conmover.
Y esto se puede hacer a través de la voz hablada y cantada.
La experiéncia me evidencia que si ese mensaje se transporta al canto, nos abre las puertas a una gran cantidad de formas que nos puede ayudar a obtener flexibilidad en el habla. No importa qué sujeto (contenido) escojemos. Lo que importa es el EQUILIBRIO de la forma en que lo exponemos. Los seres humanos vamos a la búsqueda de ese equilibrio. Siempre. Arriesgamos, retrocedemos, pero siempre es para entender los límites y como resultado obtener un equilibrio. Y eso mismo se puede aplicar en la FORMA.
Si aceleramos, debemos disminuir el paso hasta frenar. Si aumentamos volumen, anhelamos el silencio. Si subimos escalones, deseamos deslizarnos por un tobogán. Si vibramos agudos, nuestro cuerpo nos pide culminar con resonancias graves. Y así siempre.
Así que dominando herramientas «formales», llegaremos a ese equilibrio que nos dará el éxito de una buena comunicación.
